Escribo mi taradez incompetente en un lavadero de Marcelo t de Alvear mientras miro mis rodillas y las tengo cortadas. Centellas cabezas amordazadas por el esclavismo nutriente sin motivos. Absurdo juego irresistible y ambiguo. Encarnado mirar pacifico, mañana el prodigio regresa y se convierte en lobo estepario. La madre sublime al encuentro.
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